[continúa del post anterior]
(...)
Luego de un tiempo, pasé a formar parte, como miembro, del SUTEP, el sindicato de extras. Ya no era el teatro sino la televisión, entonces lo cierto era presentarse todos los días a las once de la mañana para conseguir algún papel (de extra, claro). De a ratos mi señora madre se enorgullecía de verme en la televisión en este o aquel programa, y seguro, hasta hoy, conservará todos los casetes que grababa religiosamente para mostrarlo a sus amigas. Eran “las grabaciones de su hijo famoso”. Una vez me dieron un papel para hacer de patovica, era en la Banda del Golden Rocket, serie para adolescentes muy vista en aquella época. Lo cierto es que yo estaba en el gimnasio con Araceli González, y de repente aparecía Adrián Suar. Me veía, se ponía celoso, y se iba. Pero Araceli se quedaba conmigo charlando. Por lo menos hasta que dijeron “corten”.
En 1993 tocaba todos los sábados en un restaurante en la Zona Norte. Éramos un cuarteto, Ernesto Zeppa, Hugo el yorugua, Abel Patrone y yo. Lo que más rescato de aquella época (aparte de los cien mangos que cobrábamos por noche) fue el haber conocido a Abel, a mi
gusto, uno de los mejores pianistas de jazz en Argentina y una de las mejores personas que conocí y que me gratificó con su amistad. Luego nos hicimos grandes amigos e hicimos gloriosos conciertos de jazz en El Subsuelo junto a Oscar Giunta (padre e hijo) y Guillermo Caliero en trompeta.
En 1994 tenía mi trío junto a Leandro Hipaucha en bajo y Oscar Giunta en batería. Nos invitaron a tocar en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Mientras estaba en el avión pensaba con aquellos benditos prejuicios: vamos a ir a tocar jazz a Bolivia, encima en trío, nos van a tirar con todas las frutas de la zona.
El primer día tocamos en un pub muy bonito del centro de la ciudad. Se llenó y luego del concierto se nos acercaron muchas personas para conversar. Yo ya estaba con bastante whisky en mi torrente sanguíneo y, hasta el día de hoy, Giunta me recuerda una frase que quedó en la memoria de las anécdotas entre músicos. Un brasileño se acercó a felicitarnos por lo lindo que había estado el show. Mi respuesta fue “vocês também tem músicos maravilhosos, Egberto Gismonti, Hermeto Pascual…”. El tipo me asintió, pidió disculpas, y se fue: Qué vergüenza.
(...)
[sigue en el próximo post]
# escrito
por drádego @ 22:56 |
Santos y demonios está ahora en http://www.santosydemonios.com.ar
