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sábado, mayo 01, 2004
.:: La búsqueda ::.  
Luego de cincuenta y cinco años de andar sin detenerse, el caminante se sentó en una piedra frente al Mar. Se veía cansado y sucio igual que el mendigo que estaba frente a él. El caminante lo miró y el mendigo le dijo: ¿De dónde viene usted, forastero? Su respuesta fue: aún me quedan dudas de si en realidad soy un forastero, esta es la tierra que me vio nacer y es la segunda vez que doy la vuelta al mundo por causa de mi búsqueda.
Y, bajo un sol de agosto, mientras algunas aves festejaban con gritos el exilio, el diálogo continuó:

- Una búsqueda… es raro en estos tiempos. Esta tierra es rica en minerales, en agua y en animales, también posee una cultura sustanciosa en historia, ciencias y filosofía, si usted me permitiera, quizá podría ayudarlo: ¿qué es lo que busca?

- En principio, le agradezco su hospitalidad al dejar que me siente en su piedra (y su buena voluntad al ofrecerme su ayuda), pero luego, me obliga a decirle con cierto pesar (y con vestigios de una vergüenza que alguna vez fue íntegra), que aún no lo sé. Usted no lo entendería: a pesar de mis infinitas dudas, creo que sabré qué es lo que busco cuando lo encuentre. Ahora debo irme, mi descanso fue suficiente, pero antes –si usted me lo permitiera-, me gustaría observar debajo de su piedra.

- Espere por favor, sólo unos minutos. Es que en realidad, también me gustaría confesarle algo. Son pocas personas las que se acercan a mí, a veces los pastores para ofrecerme leche y frutas, otras veces algunos adolescentes o niños para burlarse o arrojarme piedras. Yo también nací en esta tierra y hace varias décadas que vivo en esta piedra que ya se ha acostumbrado a mi cuerpo. Así como usted, estoy en la búsqueda de algo y aún no conseguí descifrar cuál es el objetivo de mi búsqueda.

- ¿Busca algo y permanece inmóvil en una piedra? Nunca vi ni oí nada parecido. Así como Ulises en su odisea, como Edipo en su propia historia infame, como los grandes artistas al encuentro de esa verdad inexistente, como los filósofos, los cazadores o los trogloditas ¿por qué no sale al encuentro de lo que busca? ¿O espera que el origen de su pesar aparezca de la nada y dé justo en el punto en que usted lo espera?

- Es menester de distintos puntos de vista ¿Usted por qué sale a buscar lo que quiere encontrar? Como en mi caso, ¿Cómo podría saber dónde ir si ni siquiera sabe de qué se trata ni dónde está?

- Si hemos de querer encontrar algo, tengo la certeza de que debemos salir a buscarlo.

- ¿Quién le ha dicho eso? ¿Quiere justificar su vida porque ha hecho algo por encontrar lo que buscaba? ¿Qué ha logrado? Ha perdido -como yo- infinidad de años, y mírese, posee en sus manos un fracaso del mismo tamaño del mío, y no sólo eso, está junto a mi piedra, ahora somos iguales, como cada lugar y cada porción ínfima de tiempo es un punto de partida, en este momento, en cada momento, nada lo diferencia de mí, nada tenemos de lo que ansiamos.

- Quizá sea una cuestión de pareceres y naturalezas, dentro de nuestra especie humana existe el agresor y el pacifista, el vanidoso y el retórico, el valiente y el cobarde, el religioso y el escéptico, el bruto y el filósofo, el trabajador y el perezoso, y la lista podría ser hasta infinita, pero créame que no me sentiría muy bien en mi búsqueda si permanezco gran parte de mi vida junto a una piedra y sin actividad, menos aún si existiere la posibilidad de que lo que busco esté en algún rincón lejano del mundo, imagínese ¡qué desatino y qué mediocridad!

- Su afirmación es harto liviana: lo lejano tiene un punto de partida subjetivo, no existe el lejos absoluto, lo que para usted es lejano para otro está a un paso a la siniestra, lo que usted cree que podría hallar en un punto distante de la tierra -un punto oscuro e indescifrable- para otro se encuentra en el interior de sí mismo, y sin querer extenderme, permítame preguntarle ¿ha buscado en esta, su ciudad?

- ¡Pero por supuesto anciano! Eso fue lo primero que me dictó mi instinto. El no hallarlo fue lo que me llevó a seguir por otros caminos y el no conformarme concluyó siempre en que no me detenga. He recorrido cada rincón de la tierra: he estado en medio de guerras, he sobrevivido a centenas de pestes, he navegado más que cualquier vikingo, he dormido sólo lo indispensable, busqué debajo de cada piedra, en lo infinito del mar, en las antiguas escrituras babilónicas, en las ruinas de Hipsos, he consultado oráculos que me instaron a que no abandone (pero jamás me dieron pista alguna de mi objetivo); golpeé cada puerta. Algunas de esas puertas me regalaron alegrías, otras desaires, otras comprensión, otras tristeza, y muchas más un odio irremediable y amargo. Mi búsqueda aún no ha terminado, estoy exhausto y veo que es la primera vez de una indefinida cantidad de años que me siento sin la moral suficiente como para seguir, pero mi gratificación se construye a partir de dos cosas, la primera: no fue poco lo que hice. La segunda: mi vida se enriqueció sin remedio en cada uno de mis caminos andados, mis enfermedades, mis muertes efímeras y mis amores perdidos. En cambio usted, permaneció en esta ciudad durante un tiempo similar, y peor aún, en esta piedra, a la espera de que lo que busca venga hacia usted ¿cómo podría justificar esa inmovilidad absurda y recalcitrante? Usted es lo más parecido a una lacra.

- Voy a desoír su agravio y a detenerme para intentar interpretar nuestras palabras. Al parecer usted busca algo quieto. Si no fuere así no andaría tanto para encontrarlo. Eso que busca, según lo que dicta su comportamiento y reflejan sus palabras, está inmóvil en algún lugar, si no fuere así, resultaría en un mecanismo sin sentido el hecho de salir a buscar algo que está en constante movimiento y no se sabe de dónde viene ni a dónde va. Luego, pensémoslo al revés. Quizá yo busque algo móvil, algo que si saldría a buscarlo sería harto difícil hallar ya que estaría en movimiento constante. Tampoco sabemos si es así, pero mi manera de actuar lo indica. Si usted buscara algo que cree quieto, y contrario a su pensamiento, ese algo fuere móvil, le sería mucho más difícil dar con su objetivo. Pero la concepción de su búsqueda, hasta quizá su instinto, le sugirieron que su objetivo está quieto, y ahí está usted, por un camino y otro sin detenerse.

- Me surgen dudas por sus palabras. Entonces, si lo que busco está en movimiento, quizá nunca pueda encontrarlo ya que podría huir de mí azarosamente…

- No hermano… aquí estoy.

[¿Mail?]

# escrito por drádego @ 20:36
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